Fernando Manzanilla habla sobre las adicciones, un desafío que atañe a todos

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Nuestro país enfrenta una problemática compleja y multifacética relacionada con las adicciones, que abarca desde el consumo de sustancias prohibidas hasta las aceptadas socialmente, como el alcohol o el tabaco. Estos desafíos han generado impactos significativos en la salud pública, la seguridad, la economía y la estructura social del país.

Desafortunadamente, estos retos se vuelven mayores cuando consideramos que en la actualidad uno de los sectores poblacionales a los que las drogas están afectando en mayor medida es al de los adolescentes y jóvenes del país.

De acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco, (ENCODAT 2016-2017), el 39.8% de las y los adolescentes ha probado alguna vez alcohol y 8.3% ya ha tenido un consumo excesivo; el 53 % de las personas que consume alcohol habitualmente indicó haberlo hecho por primera vez a los 17 años o antes.

En cuanto al consumo de tabaco, la mitad de las y los estudiantes de 17 años (52%) lo han probado a pesar de ser aún menores de edad y el 23% señaló fumar habitualmente.

Con relación al consumo de drogas ilegales, la encuesta señala que el 6.2% de adolescentes entre 12 y 17 años ha consumido drogas ilegales alguna vez, (6.6% hombres y 5.8% mujeres) 5.3% mariguana, 1.1% cocaína y 1.3% inhalables alguna vez en el último año.

Aunado a este contexto, se sabe que la pandemia por COVID-19 incidió en un aumento en el consumo de drogas, principalmente en los más jóvenes. Según datos recabados por VOCES-19 Population Council México durante este periodo el consumo de drogas duras aumentó un 15% en adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años, el consumo de marihuana subió un 17% y el de alcohol un 14%.

En cuanto a Puebla, se sabe que las drogas más consumidas son la mariguana y la cocaína con más de 300 mil consumidores; tan solo en el municipio de Puebla más de 25 mil jóvenes tienen problemas de adicciones.

Este panorama nos permite visualizar que los adolescentes en el país enfrentan la fácil disponibilidad de drogas ilícitas, lo que aumenta el riesgo de experimentación y consumo.

Muchos adolescentes carecen de una comprensión completa de los riesgos asociados con el consumo de drogas, lo que los hace más propensos a involucrarse en comportamientos de riesgo. Aunado a ello, la influencia de los amigos y la presión social pueden llevarlos a consumir drogas como una forma de pertenecer a un grupo.

Asimismo, la falta de opciones de entretenimiento y actividades enriquecedoras puede hacer que algunos jóvenes recurran a las drogas como una forma de llenar un vacío en sus vidas.

Pero, sobre todo, el estigma social relacionado con las adicciones puede dificultar que los adolescentes busquen ayuda y apoyo cuando lo necesitan. Además, las barreras económicas y geográficas limitan el acceso al tratamiento y la rehabilitación.

En este sentido, es esencial promover una comprensión empática de las adicciones y garantizar la disponibilidad de servicios de tratamiento asequibles y accesibles en todo el país y desde luego en el estado.

Se deben implementar programas educativos en las escuelas que informen sobre los riesgos del consumo de drogas y promuevan habilidades de toma de decisiones saludables.

También es importante crear espacios y actividades en las diferentes regiones que brinden alternativas positivas y saludables para que los adolescentes participen, como deportes, arte y actividades recreativas.

Desde luego, es muy importante fomentar una comunicación abierta y el apoyo familiar, brindando a los padres herramientas para detectar signos de consumo y abordar el tema con sus hijos.

Incluso, se deberá capacitar a los adolescentes en habilidades sociales y manejo del estrés para que puedan resistir la presión de sus compañeros y tomar decisiones informadas. Para ello, además, es vital garantizar que tengan acceso a servicios de salud mental y adicciones de calidad, sin temor al estigma, y promoviendo la atención temprana.

Desde luego, se requiere fortalecer y hacer cumplir las leyes que regulan la venta y distribución de drogas, especialmente para prevenir el acceso de los más jóvenes a sustancias ilegales.

Para ello, será necesario fomentar la colaboración entre el gobierno, las instituciones educativas, las organizaciones comunitarias y la sociedad civil con el fin de abordar conjuntamente el problema de las drogas en adolescentes.

Hoy debemos tener claro que enfrentar el problema de las drogas requiere un enfoque holístico que aborde los factores subyacentes y promueva un entorno que proporcione a los jóvenes opciones saludables y oportunidades para un futuro mejor. La combinación de estrategias educativas, preventivas y de apoyo es fundamental para reducir el consumo de drogas, sobre todo entre los más jóvenes, y construir una sociedad más saludable y resistente.

-Con información de la columna de Fernando Manzanilla para El Sol de Puebla